lunes, 22 de julio de 2019
SIENDO CONSECUENTES CON NUESTRA PROFESION DE CRISTIANOS
Cuando profesamos ser cristianos, esto es, seguidores y creyentes en Jesucristo el Señor, el Hijo del Dios Viviente, el Señor espera de nosotros una muestra práctica de consecuencia con lo que decimos ser, ya que el Señor aborrece el doble discurso o hipocresía.
Y si bien, nosotros como cristianos e hijos de Dios entendemos claramente que no somos perfectos y que, de muchas maneras y manifestaciones damos a conocer nuestras falencias, errores y, en muchas ocasiones nuestro propio pecado, ya que todas nuestras justicias son como trapo de inmundicia delante del Señor. Como alguien del campo, generalmente con mucha agudeza en sus dichos, señaló que siempre "terminamos mostrando la hilacha", es decir, nuestra vestimenta no es del todo perfectamente confeccionada, queriendo con ello decir que siempre acabamos mostrando en nuestro ir y venir y en el diario vivir que seguimos siendo inclinados al pecado, y que nuestra justicia es imputada por Jesucristo quien ha puesto su Espíritu en nosotros, quien nos ayuda a superar nuestra condición en su misericordia, y quien también debe sobrellevar siempre nuestra debilidad por los méritos y el amor de nuestro Señor Jesucristo, quien se constituye en nuestro Abogado e intercesor ante Dios.
Sin embargo, hay una cualidad puesta por Dios en el hombre, y es la de tener soberanía sobre el escoger en su propia voluntad finalmente cuál será su elección de vida en cuanto a las decisiones finales que debe enfrentar en esta vida.
Cuando la Palabra inspirada señala que "el que sacrifica alabanza me honrará", se refiere a esto. Mas teniendo siempre claro que "no todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos", esto es, no basta con sacrificar alabanza a Dios, sino que esta acción, para ser completamente recibida en lo alto, debe ir acompañada de un modo de vida que honre a Dios efectivamente y no solo en palabras ni en apariencia externa.
Agrega esta Palabra que "al que ordenare su camino, le mostraré la salvación de Dios".
En cuanto a esto último, si bien debemos tener claro que el Señor no solo nos perdona nuestros pecados pasados y presentes hasta el día en que le recibimos como nuestro Señor y Salvador y rendimos nuestras vidas a Él, sino que también nos limpia y lava con su preciosa sangre nuestros corazones, dejándolos limpios y aceptos a Dios por los méritos de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quedando de este modo limpios ante Dios.
Obviamente, tal como ocurre con nuestra casa, si descuidamos el aseo cotidiano de ella, la basura comenzará nuevamente a acumularse. Habrá polvo, partículas de todo tipo que el medioambiente trae con la brisa, en nuestros calzados, en la ropa que vestimos, en lo que cocinamos, en lo que traemos y llevamos, etcétera. Debido a lo mismo, serán atraídas moscas, arañas y hasta roedores que harán de nuestra casa un lugar sucio, descuidado y hasta maloliente, aún cuando externamente la casa se vea normal.
De allí aquello de que cuando la casa está barrida y adornada, y sin embargo descuidada, lo que hace que el Señor se vea menospreciado en lo que debiera ser su propio Templo, admitiendo por aquel constante descuido la influencia de alimañas en mayor número de lo que había antes de ser limpiado, la condición de aquella casa ya no es apta para la habitación de Dios en ella.
Esto sucede porque muchos cristianos creen sinceramente, aunque no conforme a la lógica ni a la verdad, que el trabajo de limpiarlos y guiarlos es responsabilidad de Dios y no de ellos. Agregan algunos con todo desparpajo, al ser requeridos de porqué no se esfuerzan en su vida cristiana, diciendo: "Hermano, es que el Señor aún no0 ha hecho la obra (en mí)".
Esta Palabra de Dios aclara este error, señalando que no basta la profesión de fe por sí misma, ni el ir a la Iglesia a congregarse regularmente, inclusive hasta el ser "fiel" a todos los requerimientos de la congregación en que participa. La Palabra citada es taxativa en ello, cuando señala: "al que ordenare su camino, le mostraré la salvación de Dios". Aclara el Señor con esto de que en el ministerio cristiano hay acciones efectivas y prácticas que nosotros debemos realizar y no Dios, por mucho que Él nos ame, ya que Él ha entregado responsabilidad y mayordomía a cada uno de nosotros a fin de que no hagamos lo que queremos, ni seamos descuidados en nuestra vida devocional cristiana.
La misma Palabra de Dios es una herramienta eficaz para ello. Ella es llamada una lámpara a nuestro pié, una lumbrera a nuestro camino, de modo que ella nos muestra lo que va apareciendo en nuestro diario caminar exponiendo a esta luz lo bueno y lo malo, siendo el Espíritu Santo quien nos vá aconsejando lo que agrada a Dios y lo que Dios no aprobaría, de modo que no andemos en tinieblas. De esta manera, tenemos los elementos de juicio para dar nuestros pasos en la dirección correcta, a fin de evitar el lazo del cazador, y la exposición a la peste destructora. No obstante, la decisión final es nuestra, de cada individuo en particular. Y esto, por supuesto, conlleva responsabilidad y mayordomía personal. Es por lo mismo que señala en forma condicionada:"Al que ordenare su camino..."
¿Quieres vivir sin autoengaño la vida cristiana? ¿Quieres preocuparte por tu vida personal de modo de ser hallado un siervo fiel y prudente por el Señor? ¿Deseas no tener de qué avergonzarte delante de Dios y sus santos ángeles?
¿Quieres ser parte de las cinco vírgenes prudentes y no de las insensatas cuando se presente el Esposo?
Entonces, si quieres alabar a Dios en la forma correcta, hónralo en tu vida pública y privada.
Si quieres gozar de esta salvación efectiva y eternamente, y no solo ser un religioso que acude a una congregación, sencillamente ordena tu camino.
Bendiciones, y que para mí también sea una regla constante.
ç
domingo, 21 de julio de 2019
LA SEGUNDA VENIDA DEL SEÑOR POR SU IGLESIA
Si bien muchos cristianos buscan en la Biblia arcanos, es decir, cosas escondidas, a fin de jactarse muchos de haberlos "descubierto", cayendo muchos en fantasiosas suposiciones que la Palabra de Dios no respalda. Por otra parte, también hay otros que se van al extremo contrario, es decir, prohíben leer y predicar especialmente del Apocalipsis ya que se trataría de "cosas difíciles" de interpretar.
Sin embargo, la misma Palabra de Dios, que es sencilla y al alcance de todo entendimiento por sí misma, nos señala que "toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil...".
Daniel también nos transmite que en los postreros tiempos "los entendidos entenderán...".
El problema nuestro es que le tememos a la Biblia. No la leemos. Y cuando llegamos a leer una porción de la Palabra de Dios la entendemos solo superficialmente porque no tenemos la costumbre, ni la familiaridad con su lenguaje y contexto en general.
Es así que llegamos a confundir la segunda venida del Señor, la cual se nos muestra en la Biblia en dos fases. Una, oculta para el mundo, y sólo visible para los santos que estén preparados para subir con el Señor en el aire para reunirse con Él. Esta es la llamada "Segunda Venida de Jesús POR su Iglesia", llamada por los cristianos que la esperan "El Rapto", o "Arrebatamiento" e la Iglesia, que ocurrirá al inicio de la Gran Tribulación, que el mundo no podrá ver, ni los cristianos impíos tampoco, sino que solo podrán sentir sus efectos: La desaparición de la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo y de millones de niños inocentes de pecado en todas las naciones de este mundo.
Esta es muy distinta e la llamada "Segunda Venida de Jesús CON su Iglesia", tras los siete años de la Gran Tribulación, en la cual nuestro Señor Jesucristo viene a gobernar este mundo en pecado CON todos los santos de la historia humana que, hayan estado muertos o vivos al ser arrebatados o raptados por el Señor Jesucristo. Vienen ahora a juzgar esta humanidad junto al Señor con cuerpos muy distintos a los hombres naturales, ya que fueron transformados en cuerpos incorruptibles de gloria y ahora son semejantes a los ángeles de Dios y no pueden ya morir, sino que gozan de vida eterna y sirven al Rey de reyes y Señor de señores quien los lidera.
Ellos, que fueron redimidos de entre los hombres, y quienes al ser arrebatados por nuestro Señor Jesucristo, pudieron ver cumplida la esperanza bienaventurada que nos convoca en este gráfico. Ellos ya vienen de regreso de su estadía con el Señor en el Cielo de Dios donde han estado en la mismísima presencia del Dios Altísimo. Han estado ausentes de este mundo siete años, y ahora ya vienen a establecer el reinado de nuestro Señor Jesucristo en esta tierra, en la cual gobernarán con el Señor durante mil años, en los cuales no habrá más muerte, ni enfermedad, ni dolor, hasta que los mil años sean cumplidos, luego de lo cual habrá una última rebelión de pecado en este mundo, en la cual todos los rebeldes y pecadores serán castigados por el juicio divino y muertos, entonces recién vendrá el fin de todo este universo que vemos, donde las estrellas y los cielos pasarán con grande estruendo, en tanto que los muertos que no hayan sido salvos serán sacados del infierno para comparecer ante el "Gran Trono Blanco", establecido por el Señor para el "Juicio Final", al cual deben comparecer todos los que no quisieron recibir a nuestro Señor Jesucristo como su Señor y Salvador, abandonando sus pecados en arrepentimiento por la fe.
Finalmente, la muerte, el infierno y todos los pecadores serán arrojados al Lago de Fuego, en el cual los esperan el Anticristo y el Falso Profeta quienes fueron muertos por el juicio de nuestro Señor Jesucristo al final de la Gran Tribulación e inicio del Milenio gobernado por el Señor y sus santos. Esta parte de su Segunda Venida será VISIBLE para el mundo, y "todo ojo le verá" en poder y gloria.
Hay cosas nuevas al fin del milenio. El Señor crea nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia y donde no habrá ninguna especie de pecado, ni de las consecuencias del mismo, porque todas las cosas serán hechas nuevas.
Entonces, y solo entonces se manifestará esta promesa del gráfico señalada arriba: Descenderá sobre esta nueva tierra una ciudad celestial llamada por el Señor "La Nueva Jerusalén", cuyo arquitecto y constructor es Dios mismo, y cuyas medidas en cuadro son de aproximadamente dos mil cien kilómetros de largo, ancho y alto. Medidas que ningún arquitecto, ni ingeniero de este mundo siquiera puede imaginar.
Ése es el lugar prometido que descenderá desde el Cielo de Dios a esa nueva tierra como herencia y hogar de los santos de Dios. Una herencia incontaminada e inmarcesible reservada en los cielos para sus hijos, y en la cual vivirán por los siglos de los siglos, sin relación con el pecado, y Dios mismo morará con ellos.
Todo esto nos lo manifiesta y revela el Señor en el Apocalipsis. En estos momentos el Señor trabaja en la construcción de aquella gloriosa ciudad para morada tuya y mía, pues su anhelos es que vivamos siempre en su gloriosa Presencia. Amén.
sábado, 20 de julio de 2019
DIFERENCIA ENTRE EL JUSTO, EL IMPÍO Y ELPECADOR.
Muchas veces nos hemos llegado a preguntar, no sin mucha desazón por cierto, el motivo de porqué muchas veces (sino en todas las ocasiones), llegamos a ser aborrecidos o como mínimo menospreciados y vilipendiados a causa sencillamente de ser cristianos. Esto se repite con los cristianos alrededor de todo el mundo sencillamente porque nosotros somos en esencia extranjeros en este mundo.
El Espíritu que mora en nosotros, es totalmente contrario al espíritu que opera en los hijos de pecado, por lo tanto, hay un antagonismo natural de los hijos de pecado hacia los que son llamados hijos de Dios.
Por otra parte, sin dejar de amar a los perdidos en pecado, el instinto natural de los hijos de Dios es aborrecer el pecado, lo que implica aborrecer las obras del pecado apartándose naturalmente de éstas, y, al hacerlo, apartarse también de los hijos de pecado.
Sin embargo, el tema que nos convoca habla del impío, y del inicuo. No olvide que la Biblia, especialmente el antiguo testamento en lo que se refiere a los profetas, Salmos y Proverbios, se enfoca en sancionar no a los pecadores gentiles (hablando en sentido general de corrección y amonestación), sino a los impíos. Esto es, a los que diciéndose pueblo de Dios vivían en abierta rebelión a la Ley de Dios en cuanto a comportamiento, actitud y modo de vida.
Lo mismo acontece en nuestros días. El justo en modo natural, debido a la naturaleza del Espíritu que mora en su propia vida, siente abominación no solamente por las obras del impío, sino también por el impío mismo, sintiendo el deseo de apartarse de las personas impías y no participar de sus obras y conversaciones del todo sin temor e irreverentes.
La reacción del impío contemporáneo es un modismo difundido por los medios que cuestiona al que quiere vivir una vida santa, apartándose de ellos y de sus obras, que se ilustra con la siguiente frasecita:"No juzguéis", sacada totalmente de contexto a fin de aquietar sus cauterizadas conciencias, ya que confunden la sana exhortación con un juicio frío y egoísta hacia sus personas, con el fin de hacer sentir mal al que teme a Dios, de modo que no se atreva a exhortarles a nada, ni por acción ni omisión, y se sientan cohibidos no solo de vivir una vida santa, sino de insistir en promoverla, ya que ello atenta directamente con sus vidas arraigadas en la impiedad.
Por lo tanto, el que vive una vida de consagración y obediencia debe tener claro que la naturaleza del Espíritu Santo que mora en ellos es totalmente contraria al espíritu que opera en los hijos de desobediencia, esto es, en los impíos. No obstante amarlos, no debemos consentirles que su pecado tenga influencia alguna en nuestro ámbito de vida, y por lo tanto, esto nos moverá de manera natural a apartarnos de personas así, lo que la misma Palabra de Dios alienta.
De hecho, los mismos impíos sienten verdadera adversión por el de limpio camino debido principalmente a que se sienten amenazados y puestos en evidencia, ya que aquél no participa de sus malas obras.
De esta manera, esta Palabra del gráfico nos lleva a una profunda verdad escritural, de modo que no deberíamos ni amargarnos, ni ponernos tristes por el rechazo del impío que puede llegar a ser nuestro llamado hermano que se congrega con nosotros en la misma iglesia, o nuestro otrora amigo, o nuestro propio familiar, ya que los hijos de Dios son aborrecidos por los malos en los cuales opera un espíritu diferente y antagónico. Sin embargo, no debemos dejar de orar e interceder por ellos, ya que, si la Palabra de Dios los amonesta con la finalidad de hacerlos reaccionar y volverse al Señor, a fin de que sean rescatados de su mala manera de vivir, debiendo tener claro lo anterior, nosotros para ellos seremos tildados hasta de hipócritas, ya que se sienten intimidados no solo por nuestras palabras, sino por nuestra manera de vivir que a ellos los pone en evidencia de pecado.
Y si esto sucede con el impío que está al interior de la Iglesia del Señor, ¿cuánto más con el pecador sin Dios que es esclavo del mal?
Entonces no debería extrañarnos por ningún motivo, ni afectar negativamente a nuestros sentimientos su abierto o encubierto rechazo, sus malos comentarios, ni su antipatía. Siempre será así. Al contrario, esto debería impulsarnos más a acercarnos a Dios cada día con una limpia conciencia, ya que los hijos de las tinieblas siempre aborrecerán la luz, pero no por eso debemos mezclarnos con ellos de modo que seamos contaminados de sus maldades, sino acercarnos para ministrarles ya que la misma Palabra de Dios señala: "Conviértanse ellos a tí, y tú no te conviertas a ellos".
Con el pecador es casi lo mismo. Si tú eres íntegro, responsable, honesto en tu trabajo o cualquier lugar, el pecador se sentirá siempre amenazado de tu modo de vida, y temerá y se incomodará por ello. Aún cuando muchos cristianos idealizan la vida cristiana, y creen que por ser hijos de Dios, los pecadores reconocerán en ellos a Dios y les amarán, la realidad nos muestra que en absoluto es así. Si al árbol verde persiguieron, rechazaron y mataron, ¿cuánto más a nosotros...?.
El rechazo debe , por el contrario, alentarnos de que el mundo de las tinieblas se está poniendo a la defensiva porque estamos realizando nuestro trabajo en obediencia a Dios.
El Espíritu que mora en nosotros, es totalmente contrario al espíritu que opera en los hijos de pecado, por lo tanto, hay un antagonismo natural de los hijos de pecado hacia los que son llamados hijos de Dios.
Por otra parte, sin dejar de amar a los perdidos en pecado, el instinto natural de los hijos de Dios es aborrecer el pecado, lo que implica aborrecer las obras del pecado apartándose naturalmente de éstas, y, al hacerlo, apartarse también de los hijos de pecado.
Sin embargo, el tema que nos convoca habla del impío, y del inicuo. No olvide que la Biblia, especialmente el antiguo testamento en lo que se refiere a los profetas, Salmos y Proverbios, se enfoca en sancionar no a los pecadores gentiles (hablando en sentido general de corrección y amonestación), sino a los impíos. Esto es, a los que diciéndose pueblo de Dios vivían en abierta rebelión a la Ley de Dios en cuanto a comportamiento, actitud y modo de vida.
Lo mismo acontece en nuestros días. El justo en modo natural, debido a la naturaleza del Espíritu que mora en su propia vida, siente abominación no solamente por las obras del impío, sino también por el impío mismo, sintiendo el deseo de apartarse de las personas impías y no participar de sus obras y conversaciones del todo sin temor e irreverentes.
La reacción del impío contemporáneo es un modismo difundido por los medios que cuestiona al que quiere vivir una vida santa, apartándose de ellos y de sus obras, que se ilustra con la siguiente frasecita:"No juzguéis", sacada totalmente de contexto a fin de aquietar sus cauterizadas conciencias, ya que confunden la sana exhortación con un juicio frío y egoísta hacia sus personas, con el fin de hacer sentir mal al que teme a Dios, de modo que no se atreva a exhortarles a nada, ni por acción ni omisión, y se sientan cohibidos no solo de vivir una vida santa, sino de insistir en promoverla, ya que ello atenta directamente con sus vidas arraigadas en la impiedad.
Por lo tanto, el que vive una vida de consagración y obediencia debe tener claro que la naturaleza del Espíritu Santo que mora en ellos es totalmente contraria al espíritu que opera en los hijos de desobediencia, esto es, en los impíos. No obstante amarlos, no debemos consentirles que su pecado tenga influencia alguna en nuestro ámbito de vida, y por lo tanto, esto nos moverá de manera natural a apartarnos de personas así, lo que la misma Palabra de Dios alienta.
De hecho, los mismos impíos sienten verdadera adversión por el de limpio camino debido principalmente a que se sienten amenazados y puestos en evidencia, ya que aquél no participa de sus malas obras.
De esta manera, esta Palabra del gráfico nos lleva a una profunda verdad escritural, de modo que no deberíamos ni amargarnos, ni ponernos tristes por el rechazo del impío que puede llegar a ser nuestro llamado hermano que se congrega con nosotros en la misma iglesia, o nuestro otrora amigo, o nuestro propio familiar, ya que los hijos de Dios son aborrecidos por los malos en los cuales opera un espíritu diferente y antagónico. Sin embargo, no debemos dejar de orar e interceder por ellos, ya que, si la Palabra de Dios los amonesta con la finalidad de hacerlos reaccionar y volverse al Señor, a fin de que sean rescatados de su mala manera de vivir, debiendo tener claro lo anterior, nosotros para ellos seremos tildados hasta de hipócritas, ya que se sienten intimidados no solo por nuestras palabras, sino por nuestra manera de vivir que a ellos los pone en evidencia de pecado.
Y si esto sucede con el impío que está al interior de la Iglesia del Señor, ¿cuánto más con el pecador sin Dios que es esclavo del mal?
Entonces no debería extrañarnos por ningún motivo, ni afectar negativamente a nuestros sentimientos su abierto o encubierto rechazo, sus malos comentarios, ni su antipatía. Siempre será así. Al contrario, esto debería impulsarnos más a acercarnos a Dios cada día con una limpia conciencia, ya que los hijos de las tinieblas siempre aborrecerán la luz, pero no por eso debemos mezclarnos con ellos de modo que seamos contaminados de sus maldades, sino acercarnos para ministrarles ya que la misma Palabra de Dios señala: "Conviértanse ellos a tí, y tú no te conviertas a ellos".
Con el pecador es casi lo mismo. Si tú eres íntegro, responsable, honesto en tu trabajo o cualquier lugar, el pecador se sentirá siempre amenazado de tu modo de vida, y temerá y se incomodará por ello. Aún cuando muchos cristianos idealizan la vida cristiana, y creen que por ser hijos de Dios, los pecadores reconocerán en ellos a Dios y les amarán, la realidad nos muestra que en absoluto es así. Si al árbol verde persiguieron, rechazaron y mataron, ¿cuánto más a nosotros...?.
El rechazo debe , por el contrario, alentarnos de que el mundo de las tinieblas se está poniendo a la defensiva porque estamos realizando nuestro trabajo en obediencia a Dios.
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Alto Hospicio, Región de Tarapacá, Chile
lunes, 23 de abril de 2018
DESMALEZANDO NUESTRAS VIDAS
DESMALEZANDO NUESTRAS VIDAS
Para el adecuado crecimiento de toda planta u hortaliza es necesario desmalezar. La maleza la constituyen hierbas y plantas que no prestan utilidad, son invasivas, de raíces fuertes y además absorven el agua y las nutrientes a costa de aquella planta u hortaliza que queremos cultivar.
Si no cuidamos de desmalezar, lo más probable es que nuestra planta se vea ahogada por el crecimiento agresivo de la maleza no solo a su alrededor, sino que por encima mismo de ella, de manera que quedaría raquítica y sin fruto por haber permitido a las raíces de la maleza extenderse por sobre ella.
LA ANALOGIA CON EL CORAZÓN HUMANO
Nuestro corazón, si bien ha sido limpiado y santificado por la preciosa sangre del Señor Jesús, corre el riesgo de padecer lo mismo que aquella descuidada planta. La Palabra de Dios nos señala con especial cuidado: "sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida", Proverbios 4:23. Hace una similitud la Palabra del Señor sobre el valor que le damos a ciertas cosas perecederas que merecen el cuidado de guardarlas como ser las joyas, alhajas, el oro, la plata, los relojes, y cuántas otras cosas que apreciamos. Sin embargo, el corazón es generalmente descuidado anteponiendo aquellas cosas perecederas a las cosas que realmente tendrán una repercusión eterna en nuestras vidas, y generalmente no caemos en la cuenta de ello hasta que ya es demasiado tarde.
El texto que nos convoca en esta reflexión nos revela una serie de hechos concatenados cual eslabones férreamente unidos de una cadena. Hebreos 12:15 señala:"Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados", y no es casual que de las cosas señaladas en el texto que da origen a esta reflexión, la amargura sea la chispa iniciante de toda la cadena de eventos señalados.
El poder de las raíces de amargura
La amargura estorba a nuestra comunión con Dios, contamina el templo del Señor que es nuestro corazón, y por ella, en consecuencia, podemos dejar de alcanzar la gracia de Dios.
Así como la maleza llama más maleza, las raíces de amargura van contaminando hasta hacerse fuertes en el corazón, y, al no haber una mano que las retire de allí (nuestra propia mano), dan lugar al enojo que va creciendo gradualmente hasta convertirse en ira descontrolada que termina en gritería y maledicencia que se supone que un hijo de Dios no debiera de pronunciar, ni abrir su boca para ello, y su fruto es un corazón lleno de malicia y, por lo tanto, un templo abandonado, porque Dios no mora donde hay inmundicia.
El honrar a Dios en nuestros corazones debiera ser la mayor premisa en nuestras vidas, dado que el Señor y su presencia en nuestros corazones sobrepasa cualquier valor humanamente conocido o apreciado.
De allí que, así como el hortelano o agricultor se preocupa tempranamente de erradicar toda maleza de sus preciadas plantas, nosotros debemos prestar especial cuidado a que en nuestras vidas se establezca cualquier raíz de amargura, y, de haberla, rogar a Dios en humilde arrepentimiento para que sea erradicada por su sangre preciosa de nuestros corazones.
¿Cómo podemos discernir la maleza en nuestras vidas?
Sencillamente con la lámpara que Dios nos ha puesto para escudriñar nuestras vidas (y no para dirigirla contra los demás), y mientras que no perdamos de vista que esta lámpara es para autoiluminar nuestras propias vidas, estaremos en el camino correcto para tener un corazón sano y lleno de la gracia de Dios y, en consecuencia, de una boca que exalte al Señor y labios limpios que glorifiquen su nombre.
Salmo 119:105 Lámpara es a mis pies tu palabra,Bendiciones en Cristo.
Y lumbrera a mi camino.
domingo, 22 de abril de 2018
LA ALEGRIA DE SERVIR EN LA CASA DE DIOS
LA ALEGRIA DE SERVIR EN LA CASA DE DIOS
El autor de este Salmo interpreta plenamente el corazón de muchos cristianos que sienten un verdadero regocijo en sus corazones cuando se disponen a partir hacia la casa de Dios, por muy humilde que sea. Para muchos de nosotros no importa que esa "Casa de Jehová" sea solo un ranchito, una simple y precaria carpa o un fastuoso templo con una admirable arquitectura. Lo importante no es la edificación, sino quien la habita cuando nos reunimos en ella.
No debemos olvidar que el verdadero Templo del Señor lo constituímos nosotros mismos, si es que el Espíritu de Dios mora en nosotros, y, por lo tanto, en el lugar en que la Iglesia (nosotros) estemos congregados allí está Dios en medio de todos nosotros.
Entonces, la alegría que nos convoca no consiste en ir a un lugar determinado para "ver" si encontramos a Dios allí, y de alguna manera "sentirlo", sino que vamos allí porque "tenemos a Dios morando en nosotros". Lo vivimos y experimentamos en nuestras propias vidas y, por lo tanto nos anhelamos entre nosotros mismos con amor fraterno para expresarnos el uno al otro la admiración que sentimos ante este nuestro Dios, y para adorar juntos y congregados ante este Señor y Dios maravilloso que nos sacó en Cristo de las tinieblas a su luz admirable.
¡Qué alegría se siente en el corazón, en la mente, en el alma al saber que el Dios Todopoderoso que llena todos los cielos, realiza el portentoso milagro de venir a hacer morada en nuestras insignificantes vidas comparadas a la inmensurable obra creada por Dios! De manera que no vamos a la Casa de Dios "para" alegrarnos, sino que vamos alegres a reunirnos en ese lugar para adorarle congregados todos los llamados de su Nombre.
Amigo que lees, ¿te sientes triste?. Tal vez las situaciones de la vida te han golpeado tan duro que se han llevado tu alegría y a lo mejor hasta raíces de amargura han nacido en tu corazón llenándolo de una maleza extraña. ¿Deseas y anhelas cambiar ese estado de vida? Examina tu corazón y reconoce que eres un pecador(a), hazlo con un corazón realmente arrepentido y anhelante de conocer una vida distinta, arrodíllate en el lugar en que te hallas, y con toda tu fé ruega a Dios que perdone tus pecados. Pide al Señor que transforme tu vida, que la limpie con aquella sangre preciosa de Jesucristo, y que venga Él mismo a hacer morada en tí. El gozo y la alegría de conocer a Dios que nacerá en tu corazón te invadirá por completo y hasta tu rostro resplandecerá, y entonces entenderás qué significa alegrarse por el hecho de que te inviten a la Casa de Dios porque anhelarás estar allí con los que sienten como tú y que cantan y alaban con todas sus ganas porque una fuerza superior les impele y motiva.
Bendito y Santo sea nuestro Dios Todopoderoso.
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sábado, 14 de septiembre de 2013
CUIDA QUE TU LUZ NO SEA TINIEBLAS
Cuidado si tienes nombre de que vives, estando muerto
El andar en la carne produce muerte.
Miqueas, inspirado por el Espíritu Santo proclama un severo juicio para los profetas de Judá. El contexto del ministerio profético de Miqueas se desarrolla durante los reinados de Jotam, Acaz y Ezequías, con los altibajos propios de estos reinados.
2Crónicas 27 nos dá una idea general del reinado de Jotam.
Si bien fué un rey temeroso de Jehová, no hubo en él un carácter ni liderazgo de envergadura tal que hiciere que los sacerdotes, escribas y levitas realizasen la tarea propia de sus ministerios, puesto que nos dice 2Cr. 27: 2, "...Pero el pueblo continuaba corrompiéndose". Esto pues, nos plantea una gran necesidad de enseñanza de la Palabra de Dios al pueblo.
2Crónicas 28 nos otorga impresiones de primera mano del reinado de Acaz.
Las falencias durante el reinado de su padre Jotam, trajeron como consecuencia que la corrupción general de esa generación afectara el acrácter de Acaz. Los príncipes eran formados por los sacerdotes y escribas. Pero un reflejo de la enseñanza y disciplina de ellos es el pueblo. Así como no existe una buena Congregación o Iglesia fruto de malos líderes, tampoco hay un pueblo íntegro con líderes corruptos, pues lo uno es producto de aquello. El árbol se conoce por sus frutos.
Durante el reinado de Acaz se propaga un sincretismo religioso extremo que dá paso a una idolatría abiertamente provocadora contra el Dios Vivo, y a una falta de temor y de respeto a la majestad de Dios comparable solo a la ignorancia de un pueblo pagano.
Esta es la herencia que queda, y la condición de un pueblo entero para el reinado de su hijo.
2Crónicas 29- 32 grafica el reinado de Ezequías, muy conocido por su enfermedad.
Ezequías reconoce la soberanía de Dios y reprende a los levitas para que se santifiquen al Dios Vivo, ejercitando un liderazgo de amor y temor a Jehová el Señor, restaurando el Templo y el culto al Dios de Osrael, aunque el hecho de que su propio hijo, Manasés, llegó a ser el rey más impío de su tiempo nos enseña claramente que los levitas no se habían vuelto de todo corazón a Dios, pues la influencia de ellos quedó plasmada en éste.
Los profetas y los Profetas de Jehová.
Así como no es lo mismo decir espíritu que Espíritu, pues no se refieren a lo mismo, ya que uno es el espíritu del hombre, y el segundo se refiere al Espíritu Santo, tampoco vamos a comparar la palabra "profeta" con el profeta de Jehová. El primero carece de respaldo absoluto de Dios, y aquí la Palabra de Dios parece implicar esto en Miqueas 3: 5.
La lectura bíblica expuesta arriba en el gráfico anuncia una oscuridad espiritual tremenda para estos profetas y estos líderes de Judá que son reprendidos también en el v.4, diciéndoles que el Señor no les oirá cuando clamaren a Él.
Las razones de Dios por un justo juicio. Una mirada rápida a Miqueas 3.
Primero que nada para todo aquel que enseña (que también es profetizar en nombre de Dios), es OBLIGACIÓN saber lo que es justo. De hecho, la Biblia enseña que al que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado. En otras palabras, como señala la Palabra de Dios en otro lugar que bueno le hubiese sido a la casa de Israel no haber conocido a Dios que haberle conocido para después dejarle.
Esto nos da razones de sobra para entender que hay un severo juicio tanto para aquel que oculta la verdad como para aquel que enseña mentira, que son la misma cosa.
El Señor los expone como aborrecedores de lo bueno y amantes de lo malo. Y no olvidemos aquí que estamos hablando de la flor y nata de la cultura judía, pues los levitas, sacerdotes, escribas y príncipes (educados por los anteriores), eran la gente más educada y mejor formada de la sociedad. Esto nos concede también entender que el conocimiento envanece, pues produce orgullo y alejamiento del Dios Santo cuando no es puesto a las plantas de Cristo el Señor con toda humildad y temor.
La ceguera espiritual de los que no conocen al Señor en Espíritu y en verdad.
Esa premisa del Señor de que el que quiera ser mayor entre vosotros sea como el que sirve es pisoteada cada día por los sensuales, que no tienen el Espíritu, sino que andan tras los deseos de los ojos, de la carne y la vanidad de esta vida, haciendo una vana religión del evangelio verdadero y que, sin embargo, se atreven a profetizar y enseñar mentiras con sus palabras llenas de filosofías humanas y apóstatas. Ellos solo buscan ser llamados eruditos, modernos, sabios. Se alaban entre ellos mismos ya que Dios no los aprueba. No quieren servir, sino ser servidos. Aman los primeros asientos, los reconocimientos públicos, el aplauso por cada tontera que se les ocurre decir tergiversando la Palabra de Dios a su antojo. Aborrecen llevar la cruz de Cristo, pues para ellos el cristianos debe ser siempre una persona bendecida y próspera económica y culturalmente, comparando el Evangelio santo con el humanismo apóstata.
Para ellos el Espíritu Santo es una idea impersonal, y no la Persona Divina que es y que mora en el corazón de quienes le buscan y que les guía a toda verdad y a toda justicia. Por eso Miqueas nos dice que quitan la carne de sobre la piel del pueblo, alimentándose de ellos como de ganado, pues su respaldo y existencia no está en el Altísimo, sino en mantener al pueblo ignorante para así seguir subsistiendo ellos a costa de los demás.
He aquí la diferencia entre un falso y un verdadero profeta de Dios.
V.7 : No hay respuesta de Dios para ellos. Por lo tanto, para sostenerse ante los ojos de los demás y validar sus títulos honoríficos, son impelidos por su propia rebelión a rebelarse cada día más contra Dios abominando el juicio (V.9), y pervirtiendo la Palabra de Dios a fin de sustentar su propia existencia y prestigio.
Vs. 11. Piensan que por el hecho de nombrar a Dios con sus bocas pueden hacer lo que quieran Ignoran que el Señor mismo señaló: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos. Adulan y apoyan a los que los adulan a ellos mismos, aman a los que tienen posesiones y dinero, pero al pobre lo menosprecian porque no tienen nada que sacarle.
V.8. Por el contrario, aquel que, como Miqueas, busca a Dios en Espíritu y en verdad, siempre estará lleno del poder del Espíritu Santo, de autoridad para hacer justo juicio fundamentado en la Palabra de Dios y no en la propia conveniencia, y de fuerza para no claudicar denunciando la rebelión y el pecado cuando los sensuales y carnales salgan al paso a denunciarle como retrógrado, obsoleto, intolerante, ignorante y cuadrado a fin de no quedar expuestos ellos mismos como mentirosos y no perder los privilegios que ellos mismos se han otorgado, edificando una falsa iglesia con la sangre de los que han convertido a semejanza de ellos y para su beneficio egoísta enseñando la injusticia y proclamando desde los púlpitos guerra contra el justo, y contra los que buscan a Dios verdaderamente.
¿Pondremos nuestra confianza en las obras, sean estas prestigio, formación teológica o secular, siendo ningunas? El Señor nos ayude a ser cristianos de verdad, confiando solamente en su gracia y misericordia, practicando la verdad y viviéndola en Cristo, dando gloria a Dios solamente en toda cosa que hagamos, para no llegar a ser reprobados por Dios.
BEBE EL AGUA DE TU MISMA CISTERNA.
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El matrimonio y la fidelidad.
Si bien en los últimos tiempos se ha acentuado el erotismo en el mundo en general, especialmente proclamado por las telecomunicaciones tan consultadas masivamente hoy en día, en las cuales reinan las redes sociales, llámense facebook, youtube, twitter, y blogs; Sin embargo esto es algo que viene desde mucho más atrás.
La Biblia señala en Génesis 1 y 2 que Dios estableció el matrimonio en base a dos personas para que fueran una sola (Génesis 2: 24).Contrariamente a esto, tras la caída en desobediencia y al enseñorearse el pecado en el ser humano, Lamec descendiente en 5ta. generación de Caín, tomó para sí dos mujeres, Ada y Zila (Génesis 4: 17- 19). Desde entonces, y a lo largo de la historia muchos hombres han buscado, formal e informalmente, más de una mujer, y, por ende, un sinnúmero de hijos para enorgullecerse y fanfarronear de sus capacidades amatorias aún cuando muchos de esos hijos no reciben ninguna provisión ni cuidados de un padre normal en el seno de una familia.
Los tiempos de hoy no escapan a ello.
Muchos hombres siguen enorgulleciéndose de lo mismo. Aún cuando muchos de ellos deben vivir huyendo de las responsabilidades paternales que les exige la ley. Y aunque algunos, los menos, han caído en infidelidad con la mujer ajena o extraña (a su propio vínculo matrimonial), debido a las tentaciones y debilidad del momento, la gran mayoría busca la infidelidad como quien busca un trofeo para alardear.
¿Cuántos no hemos oído de tal o cual personaje público ha sido demandado por paternidad, y se le han exigido exámenes de ADN para comprobar las demandas? Si bien muchos poseen los recursos para adulterar estas pruebas en su favor y así evitar que sus fortunas beneficien a hijos desconocidos, no deseados ni amados, la mayoría debe asumir lo irrefutable.
El juicio comienza por la casa de Dios.
Si bien estas son costumbres reprensibles y desleales, debemos asumir que la advertencia del Señor que mostramos en este gráfico no está dirigida al mundo que las practica como algo casi común, sino a los miembros de la Iglesia o pueblo de Dios.
¿Se imagina usted a mujeres cristianas solteras (o separadas, divorciadas o viudas), cuyos hijos de padres ausentes sufren la carencia de éstos porque ellos tienen otra familia? Sería un gran desorden, ¿no es cierto?
Pero, aunque suene duro y triste señalarlo, esto hoy en día es una práctica que se está volviendo muy común y extendida. Cristianos separados de hecho, o divorciados y vueltos a casar, o simplemente puestos a convivir con otra "pareja cristiana", ya sea soltera/o o en sus mismas condiciones consideran esto lo más natural. Es más, muchos continúan predicando y enseñando desde los púlpitos en estas condiciones, sin ningún temor de Dios en sus vidas.
También existen aquellos que van dejando un desordenado reguero de hijos tras de sí, sin asumir ni la más mínima responsabilidad por ellos, ni menos asumir compromiso alguno.
¿Es que algunos cristianos hemos llegado a pensar que somos hijos privilegiados de Dios para estar exentos de responsabilidades, y podemos hacer lo que se nos antoje? Incluyo en esto también a aquellas mujeres que tienen hijos de diferentes padres, llamándose cristianas y que, sin embargo, dan vuelta su responsabilidad haciéndose las víctimas de los hombres, como si ellas mismas no tuvieran responsabilidad alguna por sus propios cuerpos y fueran unas eternas engañadas por aquéllos.
Recapacitemos y pidamos a Dios sabiduría.
El beber las aguas de tu propia cisterna implica honrar el matrimonio y la familia. Pero no nos hagamos los sin mácula, convirtiéndonos en unos hipócritas, pues sabemos que nuestros corazones están cargados de pecados, sino que cada vez que seamos tentados por nuestra propia concupiscencia sepamos acudir a las plantas de Cristo por ayuda y socorro. Sí, es cierto que algunas veces el matrimonio se vuelve un tanto tedioso a nuestros propios ojos, pero muy cierto también es que ello no es culpa de Dios, ni de nuestro cónyuge, sino de nosotros mismos. El hecho de que nos demos cuenta de ello es porque Dios está poniendo en nosotros la consciencia de un problema al cual nosotros hemos sido capacitados por Él para aportar la solución.
No es necesario mirar para el lado, sino a la persona que tenemos al frente cada día. No es necesario tratar de buscar consuelo en personas extrañas como si fuéramos víctimas. Si Dios nos ha capacitado para detectar el problema, es porque también nos ha dado las herramientas para buscar las soluciones, y éstas parten por el hecho de asumir responsabilidades en el problema y no evadirlas haciéndose la víctima echándole la culpa al otro.
El Cantar de los cantares es un poema al amor permanente entre el esposo y la esposa. De la admiración mutua entre dos personas que se aman como el primer día. ¿Podría caber en ellos la idea de mirar a otra persona con el mismo amor y sentimiento que se profesan mutuamente?
Sin embargo, cada día son más aquellos que miran para el lado porque les dá lata decirle cada día a su esposa que es hermosa, que es dulce, que les agrada mirarse en sus ojos. Lo mismo para la mujer que mira a su marido solo como la máquina de hacer dinero, o como la causa de que tenga que estar esclavizada cada día para servir y atender a un desconocido que solo la solicita cuando le conviene.
El beber las aguas del propio pozo implica el cuidado del mismo. Implica el limpiar atenta y permanentemente ese pozo o cisterna para gozar de aguas saludables y puras.
Implica también anhelar el acudir a ese pozo o cisterna para saciar nuestra sed cada vez que lo deseemos a fin de no andar con la lengua pegada al paladar anhelando cualquier charca donde, como dice el dicho, cambiemos carne por charqui.
Leer juntos la Palabra de Dios de manera regular, haciéndose un tiempo para ello.
1Pedro 3, Colosenses 3 son algunas lecturas recomendables para comenzar..., o recomenzar. Orar juntos en cuanto puedan, a fin de no solo tener comunión física y emocional, sino también espiritual. Obviar y dejar de lado las falencias del otro y afirmar más las virtudes. La lectura de la Palabra de Dios hará el resto, no olvidemos que ella es una espada que penetra hasta donde nuestra descomedida crítica no puede, aunque en determinados y precisos momentos es necesaria, rogando a Dios que nos dé la gracia para hacerlo. Ni olvide tampoco que es el Espíritu el que dá vida, y las Palabras que el Señor nos ha hablado son ese Espíritu y son esa Vida.
Los mejor beneficiados serán nuestros propios hijos, quienes anhelarán poner por práctica en ellos mismos lo que han visto de ejemplo en nosotros. Eso se llama DAR FRUTO, y que éste permanezca, proyectado en nuestra propia familia. Aportaremos así no solo a una sociedad mejor, sino a una Iglesia más santa, y sana.
El matrimonio y la fidelidad.
Si bien en los últimos tiempos se ha acentuado el erotismo en el mundo en general, especialmente proclamado por las telecomunicaciones tan consultadas masivamente hoy en día, en las cuales reinan las redes sociales, llámense facebook, youtube, twitter, y blogs; Sin embargo esto es algo que viene desde mucho más atrás.
La Biblia señala en Génesis 1 y 2 que Dios estableció el matrimonio en base a dos personas para que fueran una sola (Génesis 2: 24).Contrariamente a esto, tras la caída en desobediencia y al enseñorearse el pecado en el ser humano, Lamec descendiente en 5ta. generación de Caín, tomó para sí dos mujeres, Ada y Zila (Génesis 4: 17- 19). Desde entonces, y a lo largo de la historia muchos hombres han buscado, formal e informalmente, más de una mujer, y, por ende, un sinnúmero de hijos para enorgullecerse y fanfarronear de sus capacidades amatorias aún cuando muchos de esos hijos no reciben ninguna provisión ni cuidados de un padre normal en el seno de una familia.
Los tiempos de hoy no escapan a ello.
Muchos hombres siguen enorgulleciéndose de lo mismo. Aún cuando muchos de ellos deben vivir huyendo de las responsabilidades paternales que les exige la ley. Y aunque algunos, los menos, han caído en infidelidad con la mujer ajena o extraña (a su propio vínculo matrimonial), debido a las tentaciones y debilidad del momento, la gran mayoría busca la infidelidad como quien busca un trofeo para alardear.
¿Cuántos no hemos oído de tal o cual personaje público ha sido demandado por paternidad, y se le han exigido exámenes de ADN para comprobar las demandas? Si bien muchos poseen los recursos para adulterar estas pruebas en su favor y así evitar que sus fortunas beneficien a hijos desconocidos, no deseados ni amados, la mayoría debe asumir lo irrefutable.
El juicio comienza por la casa de Dios.
Si bien estas son costumbres reprensibles y desleales, debemos asumir que la advertencia del Señor que mostramos en este gráfico no está dirigida al mundo que las practica como algo casi común, sino a los miembros de la Iglesia o pueblo de Dios.
¿Se imagina usted a mujeres cristianas solteras (o separadas, divorciadas o viudas), cuyos hijos de padres ausentes sufren la carencia de éstos porque ellos tienen otra familia? Sería un gran desorden, ¿no es cierto?
Pero, aunque suene duro y triste señalarlo, esto hoy en día es una práctica que se está volviendo muy común y extendida. Cristianos separados de hecho, o divorciados y vueltos a casar, o simplemente puestos a convivir con otra "pareja cristiana", ya sea soltera/o o en sus mismas condiciones consideran esto lo más natural. Es más, muchos continúan predicando y enseñando desde los púlpitos en estas condiciones, sin ningún temor de Dios en sus vidas.
También existen aquellos que van dejando un desordenado reguero de hijos tras de sí, sin asumir ni la más mínima responsabilidad por ellos, ni menos asumir compromiso alguno.
¿Es que algunos cristianos hemos llegado a pensar que somos hijos privilegiados de Dios para estar exentos de responsabilidades, y podemos hacer lo que se nos antoje? Incluyo en esto también a aquellas mujeres que tienen hijos de diferentes padres, llamándose cristianas y que, sin embargo, dan vuelta su responsabilidad haciéndose las víctimas de los hombres, como si ellas mismas no tuvieran responsabilidad alguna por sus propios cuerpos y fueran unas eternas engañadas por aquéllos.
Recapacitemos y pidamos a Dios sabiduría.
El beber las aguas de tu propia cisterna implica honrar el matrimonio y la familia. Pero no nos hagamos los sin mácula, convirtiéndonos en unos hipócritas, pues sabemos que nuestros corazones están cargados de pecados, sino que cada vez que seamos tentados por nuestra propia concupiscencia sepamos acudir a las plantas de Cristo por ayuda y socorro. Sí, es cierto que algunas veces el matrimonio se vuelve un tanto tedioso a nuestros propios ojos, pero muy cierto también es que ello no es culpa de Dios, ni de nuestro cónyuge, sino de nosotros mismos. El hecho de que nos demos cuenta de ello es porque Dios está poniendo en nosotros la consciencia de un problema al cual nosotros hemos sido capacitados por Él para aportar la solución.
No es necesario mirar para el lado, sino a la persona que tenemos al frente cada día. No es necesario tratar de buscar consuelo en personas extrañas como si fuéramos víctimas. Si Dios nos ha capacitado para detectar el problema, es porque también nos ha dado las herramientas para buscar las soluciones, y éstas parten por el hecho de asumir responsabilidades en el problema y no evadirlas haciéndose la víctima echándole la culpa al otro.
El Cantar de los cantares es un poema al amor permanente entre el esposo y la esposa. De la admiración mutua entre dos personas que se aman como el primer día. ¿Podría caber en ellos la idea de mirar a otra persona con el mismo amor y sentimiento que se profesan mutuamente?
Sin embargo, cada día son más aquellos que miran para el lado porque les dá lata decirle cada día a su esposa que es hermosa, que es dulce, que les agrada mirarse en sus ojos. Lo mismo para la mujer que mira a su marido solo como la máquina de hacer dinero, o como la causa de que tenga que estar esclavizada cada día para servir y atender a un desconocido que solo la solicita cuando le conviene.
El beber las aguas del propio pozo implica el cuidado del mismo. Implica el limpiar atenta y permanentemente ese pozo o cisterna para gozar de aguas saludables y puras.
Implica también anhelar el acudir a ese pozo o cisterna para saciar nuestra sed cada vez que lo deseemos a fin de no andar con la lengua pegada al paladar anhelando cualquier charca donde, como dice el dicho, cambiemos carne por charqui.
Leer juntos la Palabra de Dios de manera regular, haciéndose un tiempo para ello.
1Pedro 3, Colosenses 3 son algunas lecturas recomendables para comenzar..., o recomenzar. Orar juntos en cuanto puedan, a fin de no solo tener comunión física y emocional, sino también espiritual. Obviar y dejar de lado las falencias del otro y afirmar más las virtudes. La lectura de la Palabra de Dios hará el resto, no olvidemos que ella es una espada que penetra hasta donde nuestra descomedida crítica no puede, aunque en determinados y precisos momentos es necesaria, rogando a Dios que nos dé la gracia para hacerlo. Ni olvide tampoco que es el Espíritu el que dá vida, y las Palabras que el Señor nos ha hablado son ese Espíritu y son esa Vida.
Los mejor beneficiados serán nuestros propios hijos, quienes anhelarán poner por práctica en ellos mismos lo que han visto de ejemplo en nosotros. Eso se llama DAR FRUTO, y que éste permanezca, proyectado en nuestra propia familia. Aportaremos así no solo a una sociedad mejor, sino a una Iglesia más santa, y sana.
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