domingo, 22 de abril de 2018

LA ALEGRIA DE SERVIR EN LA CASA DE DIOS


LA ALEGRIA DE SERVIR EN LA CASA DE DIOS

El autor de este Salmo interpreta plenamente el corazón de muchos cristianos que sienten un verdadero regocijo en sus corazones cuando se disponen a partir hacia la casa de Dios, por muy humilde que sea. Para muchos de nosotros no importa que esa "Casa de Jehová" sea solo un ranchito, una simple y precaria carpa o un fastuoso templo con una admirable arquitectura. Lo importante no es la edificación, sino quien la habita cuando nos reunimos en ella.

No debemos olvidar que el verdadero Templo del Señor lo constituímos nosotros mismos, si es que el Espíritu de Dios mora en nosotros, y, por lo tanto, en el lugar en que la Iglesia (nosotros) estemos congregados allí está Dios en medio de todos nosotros.

Entonces, la alegría que nos convoca no consiste en ir a un lugar determinado para "ver" si encontramos a Dios allí, y de alguna manera "sentirlo", sino que vamos allí porque "tenemos a Dios morando en nosotros". Lo vivimos y experimentamos en nuestras propias vidas y, por lo tanto nos anhelamos entre nosotros mismos con amor fraterno para expresarnos el uno al otro la admiración que sentimos ante este nuestro Dios, y para adorar juntos y congregados ante este Señor y Dios maravilloso que nos sacó en Cristo de las tinieblas a su luz admirable. 

¡Qué alegría se siente en el corazón, en la mente, en el alma al saber que el Dios Todopoderoso que llena todos los cielos, realiza el portentoso milagro de venir a hacer morada en nuestras insignificantes vidas comparadas a la inmensurable obra creada por Dios! De manera que no vamos a la Casa de Dios "para" alegrarnos, sino que vamos alegres a reunirnos en ese lugar para adorarle congregados todos los llamados de su Nombre.

Amigo que lees, ¿te sientes triste?. Tal vez las situaciones de la vida te han golpeado tan duro que se han llevado tu alegría y a lo mejor hasta raíces de amargura han nacido en tu corazón llenándolo de una maleza extraña. ¿Deseas y anhelas cambiar ese estado de vida? Examina tu corazón y reconoce que eres un pecador(a), hazlo con un corazón realmente arrepentido y anhelante de conocer una vida distinta, arrodíllate en el lugar en que te hallas, y con toda tu fé ruega a Dios que perdone tus pecados. Pide al Señor que transforme tu vida, que la limpie con aquella sangre preciosa de Jesucristo, y que venga Él mismo a hacer morada en tí. El gozo y la alegría de conocer a Dios que nacerá en tu corazón te invadirá por completo y hasta tu rostro resplandecerá, y entonces entenderás qué significa alegrarse por el hecho de que te inviten a la Casa de Dios porque anhelarás estar allí con los que sienten como tú y que cantan y alaban con todas sus ganas porque una fuerza superior les impele y motiva. 

Bendito y Santo sea nuestro Dios Todopoderoso.





No hay comentarios:

Publicar un comentario