sábado, 20 de julio de 2019

DIFERENCIA ENTRE EL JUSTO, EL IMPÍO Y ELPECADOR.

Muchas veces nos hemos llegado a preguntar, no sin mucha desazón por cierto, el motivo de porqué muchas veces (sino en todas las ocasiones), llegamos a ser aborrecidos o como mínimo menospreciados y vilipendiados a causa sencillamente de ser cristianos. Esto se repite con los cristianos alrededor de todo el mundo sencillamente porque nosotros somos en esencia extranjeros en este mundo.
El Espíritu que mora en nosotros, es totalmente contrario al espíritu que opera en los hijos de pecado, por lo tanto, hay un antagonismo natural de los hijos de pecado hacia los que son llamados hijos de Dios. 
Por otra parte, sin dejar de amar a los perdidos en pecado, el instinto natural de los hijos de Dios es aborrecer el pecado, lo que implica aborrecer las obras del pecado apartándose naturalmente de éstas, y, al hacerlo, apartarse también de los hijos de pecado.
Sin embargo, el tema que nos convoca habla del impío, y del inicuo. No olvide que la Biblia,  especialmente el antiguo testamento en lo que se refiere a los profetas, Salmos y Proverbios, se enfoca en sancionar no a los pecadores gentiles (hablando en sentido general de corrección y amonestación), sino a los impíos. Esto es, a los que diciéndose pueblo de Dios vivían en abierta rebelión a la Ley de Dios en cuanto a comportamiento, actitud y modo de vida. 
Lo mismo acontece en nuestros días. El justo en modo natural, debido a la naturaleza del Espíritu que mora en su propia vida, siente abominación no solamente por las obras del impío, sino también por el impío mismo, sintiendo el deseo de apartarse de las personas impías y no participar de sus obras y conversaciones del todo sin temor e irreverentes.
La reacción del impío contemporáneo es un modismo difundido por los medios que cuestiona al que quiere vivir una vida santa, apartándose de ellos y de sus obras, que se ilustra con la siguiente frasecita:"No juzguéis", sacada totalmente de contexto a fin de aquietar sus cauterizadas conciencias, ya que confunden  la sana exhortación con un juicio frío y egoísta hacia sus personas, con el fin de hacer sentir mal al que teme a Dios, de modo que no se atreva a exhortarles a nada, ni por acción ni omisión, y se sientan cohibidos no solo de vivir una vida santa, sino de insistir en promoverla, ya que ello atenta directamente con sus vidas arraigadas en la impiedad. 
Por lo tanto, el que vive una vida de consagración y obediencia debe tener claro que la naturaleza del Espíritu Santo que mora en ellos es totalmente contraria al espíritu que opera en los hijos de desobediencia, esto es, en los impíos. No obstante amarlos, no debemos consentirles que su pecado tenga influencia alguna en nuestro ámbito de vida, y por lo tanto, esto nos moverá de manera natural a apartarnos de personas así, lo que la misma Palabra de Dios alienta.
De hecho, los mismos impíos sienten verdadera adversión por el de limpio camino debido principalmente a que se sienten amenazados y puestos en evidencia, ya que aquél no participa de sus malas obras. 
De esta manera, esta Palabra del gráfico nos lleva a una profunda verdad escritural, de modo que no deberíamos ni amargarnos, ni ponernos tristes por el rechazo del impío que puede llegar a ser nuestro llamado hermano que se congrega con nosotros en la misma iglesia, o nuestro otrora amigo, o nuestro propio familiar, ya que los hijos de Dios son aborrecidos por los malos en los cuales opera un espíritu diferente y antagónico. Sin embargo, no debemos dejar de orar e interceder por ellos, ya que, si la Palabra de Dios los amonesta con la finalidad de hacerlos reaccionar y volverse al Señor, a fin de que sean rescatados de su mala manera de vivir, debiendo tener claro lo anterior, nosotros para ellos seremos tildados hasta de hipócritas, ya que se sienten intimidados no solo por nuestras palabras, sino por nuestra manera de vivir que a ellos los pone en evidencia de pecado.
Y si esto sucede con el impío que está al interior de la Iglesia del Señor, ¿cuánto más con el pecador sin Dios que es esclavo del mal?
Entonces no debería extrañarnos por ningún motivo, ni afectar negativamente a nuestros sentimientos su abierto o encubierto rechazo, sus malos comentarios, ni su antipatía. Siempre será así. Al contrario, esto debería impulsarnos más a acercarnos a Dios cada día con una limpia conciencia, ya que los hijos de las tinieblas siempre aborrecerán la luz, pero no por eso debemos mezclarnos con ellos de modo que seamos contaminados de sus maldades, sino acercarnos para ministrarles ya que la misma Palabra de Dios señala: "Conviértanse ellos a tí, y tú no te conviertas a ellos".
Con el pecador es casi lo mismo. Si tú eres íntegro, responsable, honesto en tu trabajo o cualquier lugar, el pecador se sentirá siempre amenazado de tu modo de vida, y temerá y se incomodará por ello. Aún cuando muchos cristianos idealizan la vida cristiana, y creen que por ser hijos de Dios, los pecadores reconocerán en ellos a Dios y les amarán, la realidad nos muestra que en absoluto es así. Si al árbol verde persiguieron, rechazaron y mataron, ¿cuánto más a nosotros...?. 
El rechazo debe , por el contrario, alentarnos de que el mundo de las tinieblas se está poniendo a la defensiva porque estamos realizando nuestro trabajo en obediencia a Dios.

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