Cuidado si tienes nombre de que vives, estando muerto
El andar en la carne produce muerte.
Miqueas, inspirado por el Espíritu Santo proclama un severo juicio para los profetas de Judá. El contexto del ministerio profético de Miqueas se desarrolla durante los reinados de Jotam, Acaz y Ezequías, con los altibajos propios de estos reinados.
2Crónicas 27 nos dá una idea general del reinado de Jotam.
Si bien fué un rey temeroso de Jehová, no hubo en él un carácter ni liderazgo de envergadura tal que hiciere que los sacerdotes, escribas y levitas realizasen la tarea propia de sus ministerios, puesto que nos dice 2Cr. 27: 2, "...Pero el pueblo continuaba corrompiéndose". Esto pues, nos plantea una gran necesidad de enseñanza de la Palabra de Dios al pueblo.
2Crónicas 28 nos otorga impresiones de primera mano del reinado de Acaz.
Las falencias durante el reinado de su padre Jotam, trajeron como consecuencia que la corrupción general de esa generación afectara el acrácter de Acaz. Los príncipes eran formados por los sacerdotes y escribas. Pero un reflejo de la enseñanza y disciplina de ellos es el pueblo. Así como no existe una buena Congregación o Iglesia fruto de malos líderes, tampoco hay un pueblo íntegro con líderes corruptos, pues lo uno es producto de aquello. El árbol se conoce por sus frutos.
Durante el reinado de Acaz se propaga un sincretismo religioso extremo que dá paso a una idolatría abiertamente provocadora contra el Dios Vivo, y a una falta de temor y de respeto a la majestad de Dios comparable solo a la ignorancia de un pueblo pagano.
Esta es la herencia que queda, y la condición de un pueblo entero para el reinado de su hijo.
2Crónicas 29- 32 grafica el reinado de Ezequías, muy conocido por su enfermedad.
Ezequías reconoce la soberanía de Dios y reprende a los levitas para que se santifiquen al Dios Vivo, ejercitando un liderazgo de amor y temor a Jehová el Señor, restaurando el Templo y el culto al Dios de Osrael, aunque el hecho de que su propio hijo, Manasés, llegó a ser el rey más impío de su tiempo nos enseña claramente que los levitas no se habían vuelto de todo corazón a Dios, pues la influencia de ellos quedó plasmada en éste.
Los profetas y los Profetas de Jehová.
Así como no es lo mismo decir espíritu que Espíritu, pues no se refieren a lo mismo, ya que uno es el espíritu del hombre, y el segundo se refiere al Espíritu Santo, tampoco vamos a comparar la palabra "profeta" con el profeta de Jehová. El primero carece de respaldo absoluto de Dios, y aquí la Palabra de Dios parece implicar esto en Miqueas 3: 5.
La lectura bíblica expuesta arriba en el gráfico anuncia una oscuridad espiritual tremenda para estos profetas y estos líderes de Judá que son reprendidos también en el v.4, diciéndoles que el Señor no les oirá cuando clamaren a Él.
Las razones de Dios por un justo juicio. Una mirada rápida a Miqueas 3.
Primero que nada para todo aquel que enseña (que también es profetizar en nombre de Dios), es OBLIGACIÓN saber lo que es justo. De hecho, la Biblia enseña que al que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado. En otras palabras, como señala la Palabra de Dios en otro lugar que bueno le hubiese sido a la casa de Israel no haber conocido a Dios que haberle conocido para después dejarle.
Esto nos da razones de sobra para entender que hay un severo juicio tanto para aquel que oculta la verdad como para aquel que enseña mentira, que son la misma cosa.
El Señor los expone como aborrecedores de lo bueno y amantes de lo malo. Y no olvidemos aquí que estamos hablando de la flor y nata de la cultura judía, pues los levitas, sacerdotes, escribas y príncipes (educados por los anteriores), eran la gente más educada y mejor formada de la sociedad. Esto nos concede también entender que el conocimiento envanece, pues produce orgullo y alejamiento del Dios Santo cuando no es puesto a las plantas de Cristo el Señor con toda humildad y temor.
La ceguera espiritual de los que no conocen al Señor en Espíritu y en verdad.
Esa premisa del Señor de que el que quiera ser mayor entre vosotros sea como el que sirve es pisoteada cada día por los sensuales, que no tienen el Espíritu, sino que andan tras los deseos de los ojos, de la carne y la vanidad de esta vida, haciendo una vana religión del evangelio verdadero y que, sin embargo, se atreven a profetizar y enseñar mentiras con sus palabras llenas de filosofías humanas y apóstatas. Ellos solo buscan ser llamados eruditos, modernos, sabios. Se alaban entre ellos mismos ya que Dios no los aprueba. No quieren servir, sino ser servidos. Aman los primeros asientos, los reconocimientos públicos, el aplauso por cada tontera que se les ocurre decir tergiversando la Palabra de Dios a su antojo. Aborrecen llevar la cruz de Cristo, pues para ellos el cristianos debe ser siempre una persona bendecida y próspera económica y culturalmente, comparando el Evangelio santo con el humanismo apóstata.
Para ellos el Espíritu Santo es una idea impersonal, y no la Persona Divina que es y que mora en el corazón de quienes le buscan y que les guía a toda verdad y a toda justicia. Por eso Miqueas nos dice que quitan la carne de sobre la piel del pueblo, alimentándose de ellos como de ganado, pues su respaldo y existencia no está en el Altísimo, sino en mantener al pueblo ignorante para así seguir subsistiendo ellos a costa de los demás.
He aquí la diferencia entre un falso y un verdadero profeta de Dios.
V.7 : No hay respuesta de Dios para ellos. Por lo tanto, para sostenerse ante los ojos de los demás y validar sus títulos honoríficos, son impelidos por su propia rebelión a rebelarse cada día más contra Dios abominando el juicio (V.9), y pervirtiendo la Palabra de Dios a fin de sustentar su propia existencia y prestigio.
Vs. 11. Piensan que por el hecho de nombrar a Dios con sus bocas pueden hacer lo que quieran Ignoran que el Señor mismo señaló: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos. Adulan y apoyan a los que los adulan a ellos mismos, aman a los que tienen posesiones y dinero, pero al pobre lo menosprecian porque no tienen nada que sacarle.
V.8. Por el contrario, aquel que, como Miqueas, busca a Dios en Espíritu y en verdad, siempre estará lleno del poder del Espíritu Santo, de autoridad para hacer justo juicio fundamentado en la Palabra de Dios y no en la propia conveniencia, y de fuerza para no claudicar denunciando la rebelión y el pecado cuando los sensuales y carnales salgan al paso a denunciarle como retrógrado, obsoleto, intolerante, ignorante y cuadrado a fin de no quedar expuestos ellos mismos como mentirosos y no perder los privilegios que ellos mismos se han otorgado, edificando una falsa iglesia con la sangre de los que han convertido a semejanza de ellos y para su beneficio egoísta enseñando la injusticia y proclamando desde los púlpitos guerra contra el justo, y contra los que buscan a Dios verdaderamente.
¿Pondremos nuestra confianza en las obras, sean estas prestigio, formación teológica o secular, siendo ningunas? El Señor nos ayude a ser cristianos de verdad, confiando solamente en su gracia y misericordia, practicando la verdad y viviéndola en Cristo, dando gloria a Dios solamente en toda cosa que hagamos, para no llegar a ser reprobados por Dios.