sábado, 14 de septiembre de 2013

CUIDA QUE TU LUZ NO SEA TINIEBLAS

Cuidado si tienes nombre de que vives, estando muerto

El andar en la carne produce muerte.

Miqueas, inspirado por el Espíritu Santo proclama un severo juicio para los profetas de Judá. El contexto del ministerio profético de Miqueas se desarrolla durante los reinados de Jotam, Acaz y Ezequías, con los altibajos propios de estos reinados.

2Crónicas 27 nos dá una idea general del reinado de Jotam.

Si bien fué un rey temeroso de Jehová, no hubo en él un carácter ni liderazgo de envergadura tal que hiciere que los sacerdotes, escribas y levitas realizasen la tarea propia de sus ministerios, puesto que nos dice 2Cr. 27: 2, "...Pero el pueblo continuaba corrompiéndose". Esto pues, nos plantea una gran necesidad de enseñanza de la Palabra de Dios al pueblo.

2Crónicas 28 nos otorga impresiones de primera mano del reinado de Acaz.

Las falencias durante el reinado de su padre Jotam, trajeron como consecuencia que la corrupción general de esa generación afectara el acrácter de Acaz. Los príncipes eran formados por los sacerdotes y escribas. Pero un reflejo de la enseñanza y disciplina de ellos es el pueblo. Así como no existe una buena Congregación o Iglesia fruto de malos líderes, tampoco hay un pueblo íntegro con líderes corruptos, pues lo uno es producto de aquello. El árbol se conoce por sus frutos.

Durante el reinado de Acaz se propaga un sincretismo religioso extremo que dá paso a una idolatría abiertamente provocadora contra el Dios Vivo, y a una falta de temor y de respeto a la majestad de Dios comparable solo a la ignorancia de un pueblo pagano.

Esta es la herencia que queda, y la condición de un pueblo entero para el reinado de su hijo.

2Crónicas 29- 32 grafica el reinado de Ezequías, muy conocido por su enfermedad.

Ezequías reconoce la soberanía de Dios y reprende a los levitas para que se santifiquen al Dios Vivo, ejercitando un liderazgo de amor y temor a Jehová el Señor, restaurando el Templo y el culto al Dios de Osrael, aunque el hecho de que su propio hijo, Manasés, llegó a ser el rey más impío de su tiempo nos enseña claramente que los levitas no se habían vuelto de todo corazón a Dios, pues la influencia de ellos quedó plasmada en éste.

Los profetas y los Profetas de Jehová.

Así como no es lo mismo decir espíritu que Espíritu, pues no se refieren a lo mismo, ya que uno es el espíritu del hombre, y el segundo se refiere al Espíritu Santo, tampoco vamos a comparar la palabra "profeta" con el profeta de Jehová. El primero carece de respaldo absoluto de Dios, y aquí la Palabra de Dios parece implicar esto en Miqueas 3: 5.

La lectura bíblica expuesta arriba en el gráfico anuncia una oscuridad espiritual tremenda para estos profetas y estos líderes de Judá que son reprendidos también en el v.4, diciéndoles que el Señor no les oirá cuando clamaren a Él.

Las razones de Dios por un justo juicio. Una mirada rápida a Miqueas 3.

Primero que nada para todo aquel que enseña (que también es profetizar en nombre de Dios), es OBLIGACIÓN saber lo que es justo. De hecho, la Biblia enseña que al que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado. En otras palabras, como señala la Palabra de Dios en otro lugar que bueno le hubiese sido a la casa de Israel no haber conocido a Dios que haberle conocido para después dejarle.

Esto nos da razones de sobra para entender que hay un severo juicio tanto para aquel que oculta la verdad como para aquel que enseña mentira, que son la misma cosa.

El Señor los expone como aborrecedores de lo bueno y amantes de lo malo. Y no olvidemos aquí que estamos hablando de la flor y nata de la cultura judía, pues los levitas, sacerdotes, escribas y príncipes (educados por los anteriores), eran la gente más educada y mejor formada de la sociedad. Esto nos concede también entender que el conocimiento envanece, pues produce orgullo y alejamiento del Dios Santo cuando no es puesto a las plantas de Cristo el Señor con toda humildad y temor.

La ceguera espiritual de los que no conocen al Señor en Espíritu y en verdad.

Esa premisa del Señor de que el que quiera ser mayor entre vosotros sea como el que sirve es pisoteada cada día por los sensuales, que no tienen el Espíritu, sino que andan tras los deseos de los ojos, de la carne y la vanidad de esta vida, haciendo una vana religión del evangelio verdadero y que, sin embargo, se atreven a profetizar y enseñar mentiras con sus palabras llenas de filosofías humanas y apóstatas. Ellos solo buscan ser llamados eruditos, modernos, sabios. Se alaban entre ellos mismos ya que Dios no los aprueba. No quieren servir, sino ser servidos. Aman los primeros asientos, los reconocimientos públicos, el aplauso por cada tontera que se les ocurre decir tergiversando la Palabra de Dios a su antojo. Aborrecen llevar la cruz de Cristo, pues para ellos el cristianos debe ser siempre una persona bendecida y próspera económica y culturalmente, comparando el Evangelio santo con el humanismo apóstata.

Para ellos el Espíritu Santo es una idea impersonal, y no la Persona Divina que es y que mora en el corazón de quienes le buscan y que les guía a toda verdad y a toda justicia. Por eso Miqueas nos dice que quitan la carne de sobre la piel del pueblo, alimentándose de ellos como de ganado, pues su respaldo y existencia no está en el Altísimo, sino en mantener al pueblo ignorante para así seguir subsistiendo ellos a costa de los demás.

He aquí la diferencia entre un falso y un verdadero profeta de Dios.

V.7 : No hay respuesta de Dios para ellos. Por lo tanto, para sostenerse ante los ojos de los demás y validar sus títulos honoríficos, son impelidos por su propia rebelión a rebelarse cada día más contra Dios abominando el juicio (V.9), y pervirtiendo la Palabra de Dios a fin de sustentar su propia existencia y prestigio.

Vs. 11. Piensan que por el hecho de nombrar a Dios con sus bocas pueden hacer lo que quieran Ignoran que el Señor mismo señaló: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos. Adulan y apoyan a los que los adulan a ellos mismos, aman a los que tienen posesiones y dinero, pero al pobre lo menosprecian porque no tienen nada que sacarle.

V.8. Por el contrario, aquel que, como Miqueas, busca a Dios en Espíritu y en verdad, siempre estará lleno del poder del Espíritu Santo, de autoridad para hacer justo juicio fundamentado en la Palabra de Dios y no en la propia conveniencia, y de fuerza para no claudicar denunciando la rebelión y el pecado cuando los sensuales y carnales salgan al paso a denunciarle como retrógrado, obsoleto, intolerante, ignorante y cuadrado a fin  de no quedar expuestos ellos mismos como mentirosos y no perder los privilegios que ellos mismos se han otorgado, edificando una falsa iglesia con la sangre de los que han convertido a semejanza de ellos y para su beneficio egoísta enseñando la injusticia y proclamando desde los púlpitos guerra contra el justo, y contra los que buscan a Dios verdaderamente.

¿Pondremos nuestra confianza en las obras, sean estas prestigio, formación teológica o secular, siendo ningunas? El Señor nos ayude a ser cristianos de verdad, confiando solamente en su gracia y misericordia, practicando la verdad y viviéndola en Cristo, dando gloria a Dios solamente en toda cosa que hagamos, para no llegar a ser reprobados por Dios.






BEBE EL AGUA DE TU MISMA CISTERNA.

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El matrimonio y la fidelidad.

Si bien en los últimos tiempos se ha acentuado el erotismo en el mundo en general, especialmente proclamado por las telecomunicaciones tan consultadas masivamente hoy en día, en las cuales reinan las redes sociales, llámense facebook, youtube, twitter, y blogs; Sin embargo esto es algo que viene desde mucho más atrás.

La Biblia señala en Génesis 1 y 2 que Dios estableció el matrimonio en base a dos personas para que fueran una sola (Génesis 2: 24).Contrariamente a esto, tras la caída en desobediencia y al enseñorearse el pecado en el ser humano, Lamec descendiente en 5ta. generación de Caín, tomó para sí dos mujeres, Ada y Zila (Génesis 4: 17- 19). Desde entonces, y a lo largo de la historia muchos hombres han buscado, formal e informalmente, más de una mujer, y, por ende, un sinnúmero de hijos para enorgullecerse y fanfarronear de sus capacidades amatorias aún cuando muchos de esos hijos no reciben ninguna provisión ni cuidados de un padre normal en el seno de una familia.

Los tiempos de hoy no escapan a ello. 

Muchos hombres siguen enorgulleciéndose de lo mismo. Aún cuando muchos de ellos deben vivir huyendo de las responsabilidades paternales que les exige la ley. Y aunque algunos, los menos, han caído en infidelidad con la mujer ajena o extraña (a su propio vínculo matrimonial), debido a las tentaciones y debilidad del momento, la gran mayoría busca la infidelidad como quien busca un trofeo para alardear.

¿Cuántos no hemos oído de tal o cual personaje público ha sido demandado por paternidad, y se le han exigido exámenes de ADN para comprobar las demandas? Si bien muchos poseen los recursos para adulterar estas pruebas en su favor y así evitar que sus fortunas beneficien a hijos desconocidos, no deseados ni amados, la mayoría debe asumir lo irrefutable.

El juicio comienza por la casa de Dios.

Si bien estas son costumbres reprensibles y desleales, debemos asumir que la advertencia del Señor que mostramos en este gráfico no está dirigida al mundo que las practica como algo casi común, sino a los miembros de la Iglesia o pueblo de Dios.

¿Se imagina usted a mujeres cristianas solteras (o separadas, divorciadas o viudas), cuyos hijos de padres ausentes sufren la carencia de éstos porque ellos tienen otra familia? Sería un gran desorden, ¿no es cierto?

Pero, aunque suene duro y triste señalarlo, esto hoy en día es una práctica que se está volviendo muy común y extendida. Cristianos separados de hecho, o divorciados y vueltos a casar, o simplemente puestos a convivir con otra "pareja cristiana", ya sea soltera/o o en sus mismas condiciones consideran esto lo más natural. Es más, muchos continúan predicando y enseñando desde los púlpitos en estas condiciones, sin ningún temor de Dios en sus vidas.

También existen aquellos que van dejando un desordenado reguero de hijos tras de sí, sin asumir ni la más mínima responsabilidad por ellos, ni menos asumir compromiso alguno.

¿Es que algunos cristianos hemos llegado a pensar que somos hijos privilegiados de Dios para estar exentos de responsabilidades, y podemos hacer lo que se nos antoje? Incluyo en esto también a aquellas mujeres que tienen hijos de diferentes padres, llamándose cristianas y que, sin embargo, dan vuelta su responsabilidad haciéndose las víctimas de los hombres, como si ellas mismas no tuvieran responsabilidad alguna por sus propios cuerpos y fueran unas eternas engañadas por aquéllos.

Recapacitemos y pidamos a Dios sabiduría.

El beber las aguas de tu propia cisterna implica honrar el matrimonio y la familia. Pero no nos hagamos los sin mácula, convirtiéndonos en unos hipócritas,  pues sabemos que nuestros corazones están cargados de pecados, sino que cada vez que seamos tentados por nuestra propia concupiscencia sepamos acudir a las plantas de Cristo por ayuda y socorro. Sí, es cierto que algunas veces el matrimonio se vuelve un tanto tedioso a nuestros propios ojos, pero muy cierto también es que ello no es culpa de Dios, ni de nuestro cónyuge, sino de nosotros mismos. El hecho de que nos demos cuenta de ello es porque Dios está poniendo en nosotros la consciencia de un problema al cual nosotros hemos sido capacitados por Él para aportar la solución.

No es necesario mirar para el lado, sino a la persona que tenemos al frente cada día. No es necesario tratar de buscar consuelo en personas extrañas como si fuéramos víctimas. Si Dios nos ha capacitado para detectar el problema, es porque también nos ha dado las herramientas para buscar las soluciones, y éstas parten por el hecho de asumir responsabilidades en el problema y no evadirlas haciéndose la víctima echándole la culpa al otro.

El Cantar de los cantares es un poema al amor permanente entre el esposo y la esposa. De la admiración mutua entre dos personas que se aman como el primer día. ¿Podría caber en ellos la idea de mirar a otra persona con el mismo amor y sentimiento que se profesan mutuamente?

Sin embargo, cada día son más aquellos que miran para el lado porque les dá lata decirle cada día a su esposa que es hermosa, que es dulce, que les agrada mirarse en sus ojos. Lo mismo para la mujer que mira a su marido solo como la máquina de hacer dinero, o como la causa de que tenga que estar esclavizada cada día para servir y atender a un desconocido que solo la solicita cuando le conviene.

El beber las aguas del propio pozo implica el cuidado del mismo. Implica el limpiar atenta y permanentemente ese pozo o cisterna para gozar de aguas saludables y puras.

Implica también anhelar el acudir a ese pozo o cisterna para saciar nuestra sed cada vez que lo deseemos a fin de no andar con la lengua pegada al paladar anhelando cualquier charca donde, como dice el dicho, cambiemos carne por charqui.

Leer juntos la Palabra de Dios de manera regular, haciéndose un tiempo para ello.

1Pedro 3, Colosenses 3 son algunas lecturas recomendables para comenzar..., o recomenzar. Orar juntos en cuanto puedan, a fin de no solo tener comunión física y emocional, sino también espiritual. Obviar y dejar de lado las falencias del otro y afirmar más las virtudes. La lectura de la Palabra de Dios hará el resto, no olvidemos que ella es una espada que penetra hasta donde nuestra descomedida crítica no puede, aunque en determinados y precisos momentos es necesaria, rogando a Dios que nos dé la gracia para hacerlo. Ni olvide tampoco que es el Espíritu el que dá vida, y las Palabras que el Señor nos ha hablado son ese Espíritu y son esa Vida.

Los mejor beneficiados serán nuestros propios hijos, quienes anhelarán poner por práctica en ellos mismos lo que han visto de ejemplo en nosotros. Eso se llama DAR FRUTO, y que éste permanezca, proyectado en nuestra propia familia. Aportaremos así no solo a una sociedad mejor, sino a una Iglesia más santa, y sana.